El siguiente es un artículo de otra Laura (@LauraGalindoM)
"Los españoles follan, los argentinos
garchan, los venezolanos cogen, los guatemaltecos chiman, los mexicanos
chingan, los cubanos singan, los colombianos tiran, los peruanos cachan,
los bíblicos fornican, los animales copulan, y los más lobos hacen el
amor. ¡Bien pueda escoja! Los países hispanohablantes registran los
menores índices de desarrollo en el mundo, pero sospecho que tienen la
mayor cantidad de coloquialismos para referirse al proceso anatómico
causante de la superpoblación en China. Lástima que eso no sirva de nada
ante el analfabetismo, la desnutrición o la pobreza.
Al parecer un país tiene tantos gentilicios como formas de hablar de
sexo. Por ejemplo, los paisas “pichan”, ya se podrán imaginar ustedes
la cara de mis amigos en Medellín cuando el portero de la universidad no
me dejó entrar sin carné y en plena pataleta dije: “¡me da tanta ira
que me provoca espicharlo!” Mis amigas en Bogotá “tiran”, se tiran al
novio, al ex novio, al novio de la amiga o a la amiga en algunos casos, y
en el pueblo de mi abuela, hablan de “encamarse”, ellos se encaman la
hija del vecino, a la muchacha de la tienda, a la que vende los amasijos
o a la que les cuida la finca.
La cantidad de sinónimos que existen para tirar –soy bogotana y como
ya dije los bogotanos tiramos- no es producto exclusivo de la jerga y el
lenguaje cotidiano, en la literatura abundan las metáforas y las
comparaciones al respecto, algunas maravillosamente concebidas y otras
bastante desafortunadas. Federico García Lorca, poeta y dramaturgo de
principios del siglo XX, nunca folló como lo haría cualquier español,
según él mismo dice en La casada infiel, él “montó en potra de
nácar”: “Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra
de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las
cosas que ella me dijo”.
Los chilenos Pablo Neruda e Isabel Allende parecen tener una extraña
fijación con los desastres naturales, Neruda, al parecer se tiene en muy
buena estima y en Materia Nupcial habla de “inundar con
amapolas y relámpagos: “la inundaré de amapolas y relámpagos, la
envolveré en rodillas, en labios y en aguas, la entraré con pulgadas de
epidermis llorando y presiones de crimen y pelos empapados”. Isabel
Allende por su lado, es un poco más ingenua y prefiere inundar con aguas
felices, o por lo menos, eso dice en De amor y Sombra: “Mucho
después, cuando sintió vibrar el cuerpo de ella como un delicado
instrumento y un hondo suspiro salió de su boca para alimentar la suya,
una formidable represa estalló en su vientre y la fuerza de ese torrente
lo sacudió, inundando a Irene de aguas felices”. Yo no soy muy hábil
con el tema, pero dudo mucho que ofrecerse a “inundar al otro” resulte
en algo bueno, personalmente, encuentro aterradoras las alusiones a
desastres naturales.
Juan Manuel Roca es un poeta paisa pero no picha, según dice en su poema Cuerpos
él prefiere visitar su más húmedo lugar: “Ah: volver a visitar tu más
húmedo lugar a horas imprevistas, mientras abres la página en blanco de
tus piernas” y según Inventaremos nuestro propio idioma de
Gioconda Belli, ella gorgojea, aguahabla y chorrea como las fuentes:
“llenaremos de palabras y risa las paredes del mundo mientras vamos
vertiendo el amor de nuestros cuerpos, gorgogiando, aguahablando,
chorreandonos como las fuentes”. Más y más agua, menos mal que esta vez
no es en proporciones excesivas capaces de desaparecer poblaciones
enteras.
El gran Gabo por su lado, prefiere despojar de su intimidad con tres
zarpazos, tal como lo narra uno de mis capítulos favoritos en Cien años de soledad:
“Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando
una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura
y la despojó de su intimidad con tres zarpazos y la descuartizó como a
un pajarito”. Por más fascinante que encuentre la historia de Rebeca y
José Arcadio, me cuesta mucho no perturbarme con la idea de que una
potencia ciclónica me despoje de mi intimidad en tres zarpazos, y me
cuesta aún más, imaginar un galán que no termine con una demanda por
intento de homicidio luego de incluir “descuartizar como a un pajarito”
entre sus frases de conquista. Las inundaciones no suenan tan terribles
ya.
No es posible hablar de cómo se tira en la literatura sin mencionar a
la famosa Sherezada, protagonista del libro de cuentos árabes Las mil y una noches.
Al parecer, muy liberal para su época, Sheredada prefiere decir que le
empujan el ariete poderoso en su brecha, créanme, suena a letra de
reguetón pero así lo deja claro en la historia del visir Nureddin:
“Empujó este ariete poderoso, hundiéndolo en la brecha, y la brecha
cedió. Y Badreddin pudo entusiasmarse al comprobar que la perla no
estaba perforada y no había penetrado en ella más ariete que el suyo, ni
la habían tocado siquiera con la punta de la nariz. Y comprobó también
que aquel trasero bendito nunca había resistido el peso de un
cabalgador”. Si los reguetoneros supieran leer, tendrían en Sherezada
toda una fuente de inspiración.
También hay quienes recorren geografías acariciando valles, montañas y
colinas, quienes embisten y aman de afán, quienes hacen gemir en los
cañaduzales, quienes asfixian entre sus amplias carnes de manceba,
quienes hacen amores de gallo detrás de las puertas, quienes entran en
ella como en una religión, a quienes la redondez de un fruto los hace
estremecer y quienes enseñan, en primer lugar a hacer como las
lombrices, luego como los caracoles y finalmente como los cangrejos. En
definitiva, nuestra lengua permite tirar de mil maneras. ¡Bien pueda
úsela!"
Mientras garchamos, también me gusta hacerle el amor, a la que esté de turno.... Un abrazo.
ResponderEliminarEn el foro "kilamos" :D, pero me pasa como a Darío, que también me gusta hacer el amor.
ResponderEliminarBesos, Lauri
Andaaa!!! "amores de gallos detrás de las puertas..." que molón!!!!...
ResponderEliminarA mi...según qué manera de describir lo más simple de esta vida de según que escritores, me mata..primero porque no entiendo nada de nada...segundo...vale, queda bonito...pero no hace falta tanta retórica, por dios!!!
Sabes que...que me quedo con tu manera de escribir que es divina de la muerte!!! Se entiende a la perfección, te hace (en mi caso a veces llorar...je,je) pero a ver!!! una aún está en edad de aprender!!! así que me entusiasma lo que leo!!! y pienso..miraaaaaa!! todo lo que se puede hacer!!!!! je,jeeee
Y por dios...a ver qué decimos si viajamos algún país vecino...mejor llevarse apuntes, de lo que podemos o no podemos decir...
-Perdón señor...voy a "coger" un taxi!! se apunta???
Un besazooooooo guapaaaa!!!!
En Argentina somos más de decir "coger", aunque "garchar" también se usa, pero es más fuerte. "Coger" es casi tierno. "Hacer el amor" es una sutileza para hablar con la familia o con señoras. Últimamente también de usa "cepillar". Más viejo es "mover" o "trincar". "Montar" es una variante bastante gráfica. Y siguen las firmas...
ResponderEliminarUn beso grande
La verdad es que cada población y cultura tiene su manera de expresarlo; en Perú, por ejemplo, se dice "cachar", palabra que en México no tiene la misma connotación sexual. Certero post.
ResponderEliminarBesos.