15.5.14

Mamada Palladiana

Levanta sus crepitantes faldas de seda y ante mí, al fondo de la bamboleante góndola, aparece el coño depilado de mi Cortesana.
Las aguas del canal hacen de espejo turbio y acerado donde los rayos fatigosos del amanecer se diluyen en un rosado impreciso y sucio.
Extraigo mi pene y me concentro en la carnosidad de su vulva.
Frente a nosotros se perfila tenuemente San Giorgio Maggiore.


"Chupa..."
Se acerca gateando sobre la superficie húmeda de la embarcación, con su opulento culo moreno entonando una salve al sol naciente.
Sus labios atrapan mi carne, la traga, la devora y la deglute.
Es la mejor mamadora de Venecia, la Cortesana imposible de pagar. Su chulo espera impaciente en el embarcadero.
Noto su lengua trabajando viscosamente en mi glande, la sensación es resinosa y húmeda.
Atrapo su cabeza asiéndola por el pelo y mis convulsiones anuncian una corrida intensa y copiosa. San Giorgio Maggiore está preciosa... Me corro mientras mis ojos atrapan la estampa de sus muros blancos como lienzos de muerto.
La Cortesana traga, traga con esfuerzo toda la leche que inunda su boca, su garganta, su traquea, incluso su esófago...

Ya no recuerdo más, tan solo el escozor de la hoja de la navaja del chulo rasgando mis costillas. 

25.4.14

Hasta Siempre GABO

Fragmento extraído de la novela "Cien años de Soledad" - Gabriel García Márquez



"Se llamaba Mauricio Babilonia. Había nacido y crecido en Macondo, y era aprendiz de mecánico en los talleres de la compañía bananera. Meme lo había conocido por casualidad, una tarde en que fue con Patricia Brown a buscar el automóvil para dar un paseo por las plantaciones. Como el chófer estaba enfermo, lo encargaron a él de conducirlas, y Meme pudo al fin satisfacer su deseo de sentarse junto al volante para observar de cerca el sistema de manejo. Al contrario del chófer titular, Mauricio Babilonia le hizo una demostración práctica. Eso fue por la época en que Meme empezó a frecuentar la casa del señor Brown, y todavía se consideraba indigno de damas el conducir un automóvil. Así que se conformó con la información teórica y no volvió a ver a Mauricio Babilonia en varios meses. Más tarde había de recordar que durante el paseo le llamó la atención su belleza varonil, salvo la brutalidad de las manos, pero que después había comentado con Patricia Brown la molestia que le produjo su seguridad un poco altanera. El primer sábado en que fue al cine con su padre, volvió a ver a Mauricio Babilonia con su muda de lino, sentado a poca distancia de ellos, y advirtió que él se desinteresaba de la película por volverse a mirarla, no tanto por verla como para que ella notara que la estaba mirando. A Meme le molestó la vulgaridad de aquel sistema. Al final, Mauricio Babilonia se acercó a saludar a Aureliano Segundo, y sólo entonces se enteró Meme de que se conocían, porque él había trabajado en la primitiva planta eléctrica de Aureliano Triste, y trataba a su padre con una actitud de subalterno. Esa comprobación la alivió del disgusto que le causaba su altanería. No se habían visto a solas, ni se habían cruzado una palabra distinta del saludo, la noche en que soñó que él la salvaba de un naufragio y ella no experimentaba un sentimiento de gratitud sino de rabia. Era como haberle dado una oportunidad que él deseaba, siendo que Meme anhelaba lo contrario, no sólo con Mauricio Babilonia, sino con cualquier otro hombre que se interesara en ella. Por eso le indignó tanto que después del sueño, en vez de detestarlo, hubiera experimentado una urgencia irresistible de verlo. La ansiedad se hizo más intensa en el curso de la semana, y el sábado era tan apremiante que tuvo que hacer un grande esfuerzo para que Mauricio Babilonia no notara al saludarla en el cine que se le estaba saliendo el corazón por la boca. Ofuscada por una confusa sensación de placer y rabia, le tendió la mano por primera vez, y sólo entonces Mauricio Babilonia se permitió estrechársela. Meme alcanzó en una fracción de segundo a arrepentirse de su impulso, pero el arrepentimiento se transformó de inmediato en una satisfacción cruel, al comprobar que también la mano de él estaba sudorosa y helada. Esa noche comprendió que no tendría un instante de sosiego mientras no le demostrara a Mauricio Babilonia la vanidad de su aspiración, y pasó la semana revoloteando en torno de esa ansiedad. Recurrió a toda clase de artimañas inútiles para que Patricia Brown la llevara a buscar el automóvil. Por último, se valió del pelirrojo norteamericano que por esa época fue a pasar vacaciones en Macondo, y con el pretexto de conocer los nuevos modelos de automóviles se hizo llevar a los talleres. Desde el momento en que lo vio, Meme dejó de engañarse a sí misma, y comprendió que lo que pasaba en realidad era que no podía soportar los deseos de estar a solas con Mauricio Babilonia, y la indignó la certidumbre de que éste lo había comprendido al verla llegar. 
-Vine a ver los nuevos modelos -dijo Meme. 
-Es un buen pretexto -dijo él. 
Meme se dio cuenta de que se estaba achicharrando en la lumbre de su altivez, y buscó desesperadamente una manera de humillarlo. Pero él no le dio tiempo. «No se asuste -le dijo en voz baja-. No es la primera vez que una mujer se vuelve loca por un hombre.» Se sintió tan desamparada que abandonó el taller sin ver los nuevos modelos, y pasó la noche de extremo a extremo dando vueltas en la cama y llorando de indignación. El pelirrojo norteamericano, que en realidad empezaba a interesarle, le pareció una criatura en pañales. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de las mariposas amarillas que precedían las apariciones de Mauricio Babilonia. Las había visto antes, sobre todo en el taller de mecánica, y había pensado que estaban fascinadas por el olor de la pintura. Alguna vez las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine. Pero cuando Mauricio Babilonia empezó a perseguirla, como un espectro que sólo ella identificaba en la multitud, comprendió que las mariposas amarillas tenían algo que ver con él. Mauricio Babilonia estaba siempre en el público de los conciertos, en el cine, en la misa mayor, y ella no necesitaba verlo para descubrirlo, porque se lo indicaban las mariposas. Una vez Aureliano Segundo se impacientó tanto con el sofocante aleteo, que ella sintió el impulso de confiarle su secreto, como se lo había prometido, pero el instinto le indicó que esta vez él no iba a reír como de costumbre: «Qué diría tu madre si lo supiera.» Una mañana, mientras podaban las rosas, Fernanda lanzó un grito de espanto e hizo quitar a Meme del lugar en que estaba, y que era el mismo del jardín donde subió a los cielos Remedios, la bella. Había tenido por un instante la impresión de que el milagro iba a repetirse en su hija, porque la había perturbado un repentino aleteo. Eran las mariposas. Meme las vio, como si hubieran nacido de pronto en la luz, y el corazón le dio un vuelco. En ese momento entraba Mauricio Babilonia con un paquete que, según dijo, era un regalo de Patricia Brown. Meme se atragantó el rubor, asimiló la tribulación, y hasta consiguió una sonrisa natural para pedirle el favor de que lo pusiera en el pasamanos porque tenía los dedos sucios de tierra. Lo único que notó Fernanda en el hombre que pocos meses después había de expulsar de la casa sin recordar que lo hubiera visto alguna vez, fue la textura biliosa de su piel. 
-Es un hombre muy raro -dijo Fernanda-. Se le ve en la cara que se va a morir. 
Meme pensó que su madre había quedado impresionada por las mariposas. Cuando acabaron de podar el rosal, se lavó las manos y llevó el paquete al dormitorio para abrirlo. Era una especie de juguete chino, compuesto por cinco cajas concéntricas, y en la última una tarjeta laboriosamente dibujada por alguien que apenas sabía escribir: Nos vemos el sábado en el cine. Meme sintió el estupor tardío de que la caja hubiera estado tanto tiempo en el pasamanos al alcance de la curiosidad de Fernanda, y aunque la halagaba la audacia y el ingenio de Mauricio Babilonia, la conmovió su ingenuidad de esperar que ella le cumpliera la cita. Meme sabía desde entonces que Aureliano Segundo tenía un compromiso el sábado en la noche. Sin embargo, el fuego de la ansiedad la abrasó de tal modo en el curso de la semana, que el sábado convenció a su padre de que la dejara sola en el teatro y volviera por ella al terminar la función. Una mariposa nocturna revoloteó sobre su cabeza mientras las luces estuvieron encendidas. Y entonces ocurrió. Cuando las luces se apagaron, Mauricio Babilonia se sentó a su lado. Meme se sintió chapaleando en un tremedal de zozobra, del cual sólo podía rescatarla, como había ocurrido en el sueño, aquel hombre oloroso a aceite de motor que apenas distinguía en la penumbra. 
-Si no hubiera venido -dijo él-, no me hubiera visto más nunca. 
Meme sintió el peso de su mano en la rodilla, y supo que ambos llegaban en aquel instante al otro lado del desamparo. 
-Lo que me choca de ti -sonrió- es que siempre dices precisamente lo que no se debe. 
Se volvió loca por él. Perdió el sueño y el apetito, y se hundió tan profundamente en la soledad, que hasta su padre se le convirtió en un estorbo. Elaboró un intrincado enredo de compromisos falsos para desorientar a Fernanda, perdió de vista a sus amigas, saltó por encima de los convencionalismos para verse con Mauricio Babilonia a cualquier hora y en cualquier parte. Al principio le molestaba su rudeza. La primera vez que se vieron a solas, en los prados desiertos detrás del taller de mecánica, él la arrastró sin misericordia a un estado animal que la dejó extenuada. Tardó algún tiempo en darse cuenta de que también aquella era una forma de la ternura, y fue entonces cuando perdió el sosiego, y no vivía sino para él, trastornada por la ansiedad de hundirse en su entorpecedor aliento de aceite refregado con lejía. Poco antes de la muerte de Amaranta tropezó de pronto con un espacio de lucidez dentro de la locura, y tembló ante la incertidumbre del porvenir. Entonces oyó hablar de una mujer que hacía pronósticos de barajas, y fue a visitarla en secreto. Era Pilar Ternera. Desde que ésta la vio entrar, conoció los recónditos motivos de Meme. «Siéntate, -le dijo-. No necesito de barajas para averiguar el porvenir de un Buendía.» Meme ignoraba, y lo ignoró siempre, que aquella pitonisa centenaria era su bisabuela. Tampoco lo hubiera creído después del agresivo realismo con que ella le reveló que la ansiedad del enamoramiento no encontraba reposo sino en la cama. Era el mismo punto de vista de Mauricio Babilonia, pero Meme se resistía a darle crédito, pues en el fondo suponía que estaba inspirado en un mal criterio de menestral. Ella pensaba entonces que el amor de un modo derrotaba al amor de otro modo, porque estaba en la índole de los hombres repudiar el hambre una vez satisfecho el apetito. Pilar Ternera no sólo disipó el error, sino que le ofreció la vieja cama de lienzo donde ella concibió a Arcadio, el abuelo de Meme, y donde concibió después a Aureliano José. Le enseñó además cómo prevenir la concepción indeseable mediante la vaporización de cataplasmas de mostaza, y le dio recetas de bebedizos que en casos de percances hacían expulsar «hasta los remordimientos de conciencia». Aquella entrevista le infundió a Meme el mismo sentimiento de valentía que experimentó la tarde de la borrachera. La muerte de Amaranta, sin embargo, la obligó a aplazar la decisión. Mientras duraron las nueve noches, ella no se apartó un instante de Mauricio Babilonia, que andaba confundido con la muchedumbre que invadió la casa. Vinieron luego el luto prolongado y el encierro obligatorio, y se separaron por un tiempo. Fueron días de tanta agitación interior, de tanta ansiedad irreprimible y tantos anhelos reprimidos, que la primera tarde en que Meme logró salir fue directamente a la casa de Pilar Ternera. Se entregó a Mauricio Babilonia sin resistencia, sin pudor, sin formalismos, y con una vocación tan fluida y una intuición tan sabia, que un hombre más suspicaz que el suyo hubiera podido confundirlas con una acendrada experiencia. Se amaron dos veces por semana durante más de tres meses, protegidos por la complicidad inocente de Aureliano Segundo, que acreditaba sin malicia las coartadas de la hija, sólo por verla liberada de la rigidez de su madre. 
La noche en que Fernanda los sorprendió en el cine, Aureliano Segundo se sintió agobiado por el peso de la conciencia, y visitó a Meme en el dormitorio donde la encerró Fernanda, confiando en que ella se desahogaría con él de las confidencias que le estaba debiendo. Pero Meme lo negó todo. Estaba tan segura de sí misma, tan aferrada a su soledad, que Aureliano Segundo tuvo la impresión de que ya no existía ningún vínculo entre ellos, que la camaradería y la complicidad no eran más que una ilusión del pasado. Pensó hablar con Mauricio Babilonia creyendo que su autoridad de antiguo patrón lo haría desistir de sus propósitos, pero Petra Cotes lo convenció de que aquellos eran asuntos de mujeres, así que quedó flotando en un limbo de indecisión, y apenas sostenido por la esperanza de que el encierro terminara con las tribulaciones de la hija. 
Meme no dio muestra alguna de aflicción. Al contrario, desde el dormitorio contiguo percibió Úrsula el ritmo sosegado de su sueño, la serenidad de sus quehaceres, el orden de sus comidas y la buena salud de su digestión. Lo único que intrigó a Úrsula después de casi dos meses de castigo, fue que Meme no se bañara en la mañana, como lo hacían todos, sino a las siete de la noche. Alguna vez pensó prevenirla contra los alacranes, pero Meme era tan esquiva con ella por la convicción de que la había denunciado, que prefirió no perturbarla con impertinencias de tatarabuela. Las mariposas amarillas invadían la casa desde el atardecer. Todas las noches, al regresar del baño, Meme encontraba a Fernanda desesperada, matando mariposas con la bomba de insecticida. «Esto es una desgracia -decía-. Toda la vida me contaron que las mariposas nocturnas llaman la mala suerte.» Una noche, mientras Meme estaba en el baño, Fernanda entró en su dormitorio por casualidad, y había tantas mariposas que apenas se podía respirar. Agarró cualquier trapo para espantarlas, y el corazón se le heló de pavor al relacionar los baños nocturnos de su hija con las cataplasmas de mostaza que rodaron por el suelo. No esperó un momento oportuno, como lo hizo la primera vez. Al día siguiente invitó a almorzar al nuevo alcalde, que como ella había bajado de los páramos, y le pidió que estableciera una guardia nocturna en el traspatio, porque tenía la impresión de que se estaban robando las gallinas. Esa noche, la guardia derribó a Mauricio Babilonia cuando levantaba las tejas para entrar en el baño donde Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los ciento cinco últimos días. Un proyectil incrustado en la columna vertebral lo redujo a cama por el resto de su vida. Murió de viejo en la soledad, sin un quejido, sin una protesta, sin una sola tentativa de infidencia, atormentado por los recuerdos y por las mariposas amarillas que no le concedieron un instante de paz, y públicamente repudiado como ladrón de gallinas."


15.4.14

Me derramó sus flores de abril

Salí a dar un paseo sin rumbo fijo para despejarme un poco y porque la mañana estaba radiante. Me senté en una terraza a tomar un café, contemplar el paisaje primaveral con flores por doquier y ver pasar gente, me divierte observar como caminan, oír retazos de charlas que luego completo con mi propio argumento, en síntesis a pasar el tiempo relajada. 

En esas estaba cuando me llamó la atención una pareja que estaba unas cuantas mesas más allá, al sol, (seguro bronceándose pues les hacía falta) y leyendo el periódico, cada uno absorto en las páginas que tenían en las manos. Como siempre me fijé más en él, por supuesto, delgado sin ser flaco, unas hermosas manos con dedos largos y uñas bien cuidadas, cabello castaño claro, piel muy blanca como ya dije y una sonrisa divina motivada por algo que leyó y me derritió de inmediato. Se me olvidó el resto de la gente, me concentré en ellos y empecé con mis elucubraciones de rigor. ¿Serán novios?, ¿amigos?, ¿hermanos? No, como van a ser hermanos, no conozco los primeros que salgan a leer el periódico en una terraza al aire libre y en esas se disiparon mis dudas, ella le habló algo que no entendí y le dio un beso en la boca, ya estaba claro, eran pareja, pero no me importó, seguí embelesada mirándolo hasta que se dio cuenta que lo observaba. Al principio no me prestó atención, pero después de cuando en cuando levantaba su vista del periódico para dirigirla hacia mí, a la segunda vez le sonreí descaradamente y se puso colorado como un tomate, jajajaja me encantó esa aparente timidez. A la quinta vez que volvió a mirarme decidí actuar y corrí mi silla para que me viera de frente, por fortuna me puse falda esa mañana, así que podía hacerle el cambio de luces directamente. 

Él ya no se concentraba en lo que leía, su atención estaba puesta en otra mesa, la mía. Me excitaba el nerviosismo que se le notaba a leguas, haciendo hasta lo imposible por mirarme sin que la mujer se diera cuenta. Me agaché y empecé a subir mi dedo índice lentamente por mi pierna, a él se le hacía agua la boca, al llegar a mi rodilla lo introduje por la cara interna de mis muslos y volví a sonreírle; su mujer volvió a hablarle y yo pedí un jugo de fresa. Siguieron leyendo y yo observándolos hasta que nuevamente se fijó en mis piernas cruzadas y en mi gesto insinuante, así que descrucé las piernas y las fui abriendo lentamente, saqué un cubo de hielo del vaso y lo empecé a deslizar por mis muslos, él ya no podía disimular y para nuestra fortuna su mujer se levantó de la mesa, al quedarse solo se descaró y me hizo gestos para que le abriera más las piernas; cuando se percató que no llevaba ropa interior, noté como su mano volaba hasta su polla que empezaba a crecer vertiginosamente. El frío del hielo y su tremenda erección provocaron que se desbordara mi mar, me chupé los dedos mirándolo fijamente mientras él metía su mano dentro del pantalón, imaginé el calor y la dureza de su polla y metí mis dedos en mi coño empapado, se deslizaron con suavidad haciéndome estremecer, él seguía mirándome y frotando su polla, yo no vi nada más, perdí el sentido cuando llegué al orgasmo. 

Al recuperarme ella se dirigía hacia su coche y él pedía la cuenta, llegó una vendedora de flores y le compró un ramo, al pasar junto a mí las dejó sobre la mesa y me dijo en un susurro: -Te espero aquí el próximo domingo a la misma hora, vendré solo.-

1.4.14

Leído por ahí...

Mis musas me han abandonado, así que esta vez recurro a la mejor prosa que he leído por estos lares, así ellos digan que Los Tipos Duros No Escriben Blogs

"Earl era un ex-marido novato cuyo primer matrimonio había alcanzado el clímax erótico cuando ayudó a su esposa a rellenar el pavo por Acción de Gracias. Selma era una abogada que provocaba por igual flagelaciones de culpa y planteamientos vitales entre sacerdotes y homosexuales. Hablaron durante horas y dejaron de escucharse después de los holas."

"Feliz es el destino de las vírgenes vestales, pues olvidan al mundo y el mundo las olvida a ellas. Brillo eterno de la mente inmaculada, cada oración aceptada y cada deseo renunciado."
Mary (Kirsten Dunst) recitando a Alexander Pope • ¡Olvídate de mí!

17.3.14

Paseo

Me dice mi Amo:
Hoy toca salir de paseo mi adorada perrita.
Voy por la calle. Desnuda. A cuatro patas. Sujeta a una correa que termina en tu mano. La gente me mira, se ríe, cuchichea. Tú caminas distraído leyendo un folleto sobre residencias caninas. Un hombre te para y pregunta por mí, por mi raza. Le contestas que no tengo pedigree que me encontraste en la calle. Acaricia mi melena mientras te felicita por tener tan bello ejemplar. Yo agradezco la caricia lamiendo su mano. Continuamos el paseo. Me llevas hasta el tronco de un árbol. Estoy bien educada y levanto la pierna para orinar. Me limpias con un papel y ladro satisfecha. Te sientes feliz con tu perra y desechas la idea de llevarme a la residencia canina del folleto. Miras mis lomos morenos y las tetas colgando.

De repente alguien te saluda. Es una mujer. A su lado su perro. Mi Amo se acerca a ella y la besa. Hablan, ríen. El perro se acerca a mi culo y me huele. La mujer tira de la correa y lo retira. Siguen hablando. Ella es muy hermosa. Te pregunta si deseas cruzarme con su dálmata.
Entonces notas un tirón de la correa y ves mis ojos lagrimosos. El perro exhibe un miembro enorme y descapullado y tira de la correa de su Ama para acercarse a mí. Ríen al vernos. Le contestas que sería una buena idea pero que ahora tienes prisa. Quedan para verse de nuevo. Ella te da un beso de despedida y a mí una caricia en mi lomo. Entonces giro la cabeza y la muerdo. La mujer retira su mano instintivamente y tú tiras de la correa para alejarme de ella. Me recriminas lo que he hecho y con la correa azotas mi culo mientras la mujer intenta quitarle importancia al incidente. El dálmata observa la escena con su polla medio desenfundada, olisqueando mi coño. Me sujetas por la barbilla y me dices que estás muy disgustado. Una especie de medio aullido sale de mis mandíbulas. Te disculpas con la mujer y le aseguras que me castigarás como es debido. Ella me mira, levanta el pie y acaricia con la punta de su zapato mi coño. Te dice que no es bueno tenerme tan salida, que eso hace que mi comportamiento no sea adecuado y que tal vez su dálmata pudiera aliviar esa circunstancia. Su insistencia para cruzarme con su perro te irrita y le contestas que te gusto así de salida, que mi abstinencia me mantiene atenta y obediente. Ella no insiste y después de despedirse se va calle abajo con su dálmata arrastrando su polla inerte.

Entramos en una cafetería. Te sientas. Me tumbo a tus pies. El camarero se acerca y toma nota de lo que deseas. Te pregunta si quieres algo para mí. Le pides un plato con un poquito de agua. Al cabo de unos minutos vuelve con un café y el plato de agua. Lo pone delante de mí y acaricia mi melena. Le devuelvo la caricia lamiendo sus dedos y bebo del plato con mi lengüecita atrapando pequeños sorbos de agua.


Está muy bien enseñada te dice el camarero, yo tengo una igual, un poco más blanca pero de la misma estampa, continúa diciéndote. Le dices que eres muy afortunado. Se da media vuelta y se aleja. Al cabo regresa con una galleta en la mano. Se agacha hacia mí y me la muestra en su palma. Te miro, busco tu aprobación. Mueves la cabeza afirmativamente y con mis labios la atrapo con glotonería. Tiene un bonito culo dice el camarero mientras ve como devoro la galleta. Puede tocárselo si quiere, le contestas. No lo duda y pasa su mano por entre mis nalgas. Yo levanto el culo y abro las piernas. Ahora es un dedo el que recorre la hendidura de mis nalgas hasta que encuentra el orificio y me penetra. Gimo levemente....


Me sujetas la cara y me besas mientras el camarero introduce un segundo dedo. Tengo tus enormes ojos a milímetros mientras el tercer dedo busca mi hueco para seguir a sus compañeros. Ves la expresión de dolor en mi rostro. El camarero te mira buscando tu aprobación para introducir mas carne en mi culo. Una lágrima resbala por mis mejillas y decides que ya he pagado suficientemente mi galleta y le pides al camarero que extraiga sus dedos. Lo hace y se retira confuso y excitado.

Me arremolino a tus pies. Sientes mi calor en tus tobillos. 
Fuera comienza a llover y piensas en mis patitas mojándose. 
Llamas por el móvil a un taxi y me dices: ¿Te gusta mi perrita? Te adoro.

10.3.14

Secreto de Confesión

Ya he repetido hasta el cansancio que estoy de vuelta del bdsm, pero eso no significa que mi arteria sumisa no siga latiendo...

Hace poco alguien me sedujo con su voz y casi sin darme cuenta, una orden suya me hizo erizar de la cabeza a los pies, y aunque en principio me rebelé y hasta me reí y puse todos los reparos que pude, al final terminé obedeciendo y sometiéndome a sus deseos.

-¿Hace cuánto no te confiesas?
-¿Perdón?
-Que cuanto tiempo hace que te confesaste por última vez...
-Risas, mejor dicho, carcajadas, hasta que se me saltaron las lágrimas.

Cuando me recompuse y asimilé que su pregunta iba en serio, le contesté que no me confesaba desde tiempos inmemoriales, que ya ni lo recordaba.

-Bien putita, esta semana irás a confesarte. Pero llevarás vestido o falda e irás sin bragas.
-Hace frío para ir vestida así.
-Lo sé, pero así irás vestida, puedes ponerte medias o unas mallas finas, pero es la única concesión que te hago.
-Sí, Señor.
-Así me gusta putita, que seas obediente, es lo que más me gusta de ti, que tratas de rebelarte, pero tu docilidad te supera.
-¿Y qué le confieso al cura?
-No he terminado de decirte qué más llevarás puesto.
-Dime.
-Además llevarás unas bolas chinas en el culo.
-Mis bolas chinas no son anales.
-Ya te apañarás.
-Sí Señor.

Me dio las indicaciones y además, me dijo que debería informarle de lo sucedido a través de un post, también me envió a mi correo la imagen que debía insertar, porque según dijo, estaba benevolente y no me exigía una foto como prueba ya que yo le había demostrado que soy de fiar.


Aunque en un primer momento pensé en comprarme unas bolas chinas anales, opté mejor por el dildo que tengo y estuve varios días practicando en casa para sentirme más cómoda cuando fuera a la iglesia.

Unos días antes averigüé el horario y me pasé varias noches desvelada pensando en si sería capaz de hacerlo. "¿Pero tú de qué vas?", me repetí mil veces. "Ni siquiera le conoces personalmente, no sabes nada de Él, ¿a cuento de qué tienes que hacer lo que te ordenó?". Pero luego me imaginaba arrodillada en el confesionario sometiéndome a su voluntad, o volvía a oír los audios con su voz, e irremediablemente terminaba masturbándome hasta que el coño me escocía.

Decidí ir por la mañana.
La iglesia estaba prácticamente desierta, sólo un par de ancianas rezaban ante la imagen de un Cristo. Murmuraban tan bajito, que no logré identificar la letanía que repetían.
Me arrodillé en el confesionario y cuando el cura dio un par de golpes a la ventana empecé a confesarme.

-Perdóneme padre porque he pecado.
-¿Hace cuánto que no te confiesas?
-Desde que era adolescente padre.
-Cuéntame tus pecados hija.
-Soy ninfómana padre, quiero follar siempre o masturbarme a todas horas.
-Tu pecado es la lujuría hija.
-Sí padre, ese es mi pecado. De hecho, ahora mismo me estoy tocando y llevo un dildo metido en el culo.
-Contrólate hija, si vienes a la casa de Dios para que Él te perdone tienes que mostrar arrepentimiento.

Me había quitado las medias y comenzado a masturbarme tan pronto empecé a confesarme, así que cuando el cura dijo que me controlara, ya no era dueña de mí, mis dedos hurgaban frenéticos en mi coño y mis jugos chorreaban por la cara interna de mis muslos, mi placer iba in crescendo, hasta que exploté en un orgasmo que me hizo gemir sin ningún recato.

-Padre he vuelto a pecar.
-¿Estás arrepentida?
-No padre.
-Entonces no puedo perdonar tus pecados. Ve con Dios.

Salí de allí creyendo que mis piernas no me sostendrían en pie, temblaba como una hoja al viento y ni siquiera fui capaz de ponerme las medias. Cuando llegué a casa me saqué el dildo del culo, le hice una foto y se la envié con un mensaje corto: "Ya lo hice".

No hemos vuelto a hablar del tema, de hecho hace días que no hablamos, pero te prometí que cumpliría Tu orden y te informaría mediante un post, aquí tienes fe de ello.

3.3.14

Asociación de Ideas

Las aguas serenas del remanso, bajo una fronda de estrellas /
Las aguas serenas de tu boca, bajo un matorral de besos

-Federico García Lorca-

A mitad de camino en el viaje de nuestra vida,
desperté para encontrarme en un bosque oscuro,
porque me había salido del camino recto.

-El Infierno de Dante-

Llego al fin a este punto
en que recordé mi pasión.
Y me di cuenta de que yo
he sido como un ciego
que no le teme a la oscuridad

-Yosana Akiko-




Siempre estoy asociando cosas que no tienen nada que ver unas con otras...

Generalmente no uso ropa interior, es un gusto aprendido que me quedó de cuando practicaba juegos D/s, así que según la posición en la que me encuentre, sé perfectamente la respuesta de mi coño a un determinado estímulo. Percibo su resequedad o si está muy húmedo, la textura de esa humedad, su olor; y si estoy en celo o paso de todo, aunque la verdad sea dicha, casi siempre estoy en celo.

Ayer estaba limpiando la nevera y me agaché para sacar un par de verduras que ya estaban para tirar, fue entonces cuando lo sentí; me llegó nítido el olor de mi coño pidiéndome macho, exigiéndome que fuera follado inmediatamente, pero no pude complacerlo en el acto, creo que por eso se me vinieron a la mente dos ideas.

La primera: Pensé en TI.
La segunda: Te asocié con Giovanni Malloy y maldije por no tenerte a mi lado...

24.2.14

Voces...

 

En un futuro cercano, Theodore, un escritor solitario, consigue un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial y diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y la voz femenina de ese sistema operativo.



Ya lo venía avisando desde Esmeralda, Rosa, Inma o María, su nombre me da igual, porque estoy segura que todos, alguna vez en la vida, nos hemos enamorado de una voz.

A mí ahora hay una voz que me excita, no diría que me enamora porque la sensación que me produce es únicamente física, pero lo cierto es que en cuanto escucho su voz mi coño empieza a gotear, incluso a veces ha logrado hacerme llegar al orgasmo sin necesidad de tocarme, su voz me hace vibrar hasta la fibra más íntima de mi cuerpo y deseo seguir oyéndola per secula seculorum...

20.2.14

Él (mi César)

"mi culo es tuyo... per sécula
Como mía eres tú,
culo incluido.."



Sólo tres líneas contiene su mensaje, con eso basta y sobra para que me revuelque toda entera.
Pero llegará el día en que no sucumba a su embrujo, en que me de igual si aún me recuerda, o el saber que ya estoy tan lejos de su memoria que me crea inventada...

17.2.14

Complicidad

Cuando paso sus páginas me embarga una emoción creciente, encontrar este libro justo aquí me parece mentira, mis ojos se abren más y más llenándose de asombro e imágenes bellas.
Lo he mirado de principio a fin varias veces, cada vez que lo abro encuentro algo maravilloso en lo que recrear mi tiempo. Dejo volar mi imaginación y me parece que estoy frente al pintor de turno, que sus ojos me recorren de pies a cabeza auscultando cada milímetro de mi cuerpo para tratar de adivinar lo que pienso, lo que siento, mientras poso para él.

Me transporto a la época de Cimabue y Giotto, pasando por Masaccio, Jan van Eyck y Rogier van der Weyden; me tiendo al lado del Cristo muerto de Andrea Mantegna y renazco con la Venus de Botticelli. La Gioconda de Leonardo me sonríe y uno fuerzas para que el Adonis de Tiziano no nos abandone y mejor me inmortalice como a su Venus de Urbino. Me transformo en la Judit de Caravaggio mientras su ángel guiñándome el ojo, me transmite toda la complicidad de su Amor Victorioso.


Entonces dejo el libro de lado y pienso que ya somos dos los que tenemos la suerte de mirar con ese descaro, y reírnos del mundo, si nos da la gana...

10.2.14

Para Paliar La Crisis

En momentos desesperados, medidas desesperadas; y para estos tiempos de crisis que corren no hay nada mejor que un instante relajante...

7.2.14

Señales

A veces "alguien" llega sin previo aviso y poco a poco se va instalando en ti.
En todo tu ser...

Sé a ciencia cierta que no pasará de ser una sensación agradable cuando le veo conectado, pero cuento las horas y hasta los minutos que faltan para que aparezca, aunque a veces no llegue.
Prácticamente no le conozco de nada, pero en tan poco tiempo siento que entre broma y broma hasta nos hacemos confidencias, y sin haber hablado mucho, siento como si me conociera de toda la vida, a veces pienso que hasta adivina mis gestos y creo que yo también adivino los suyos.

Puedo aprender mucho de él y ahora tengo todo el tiempo del mundo, no tengo prisa. Quisiera que me fuera marcando un camino a seguir, que me dejara sus señales para devorarlas con avidez.

Él lo sabe, yo lo sé...

31.1.14

Mi Incubo

Llevo varias noches soñando lo mismo...

Te veo atado en mi cama, eres tú, estoy segura, no tanto porque tu cara la vea con claridad, pero tus manos sí, eso me confirma quien eres, con esos dedos largos, delgados y de uñas cuidadas, así de nítido es mi sueño.

Me pides que te desate pero no accedo, te tengo a mi merced y eso te tiene muy excitado, tu polla la veo dura como un riel, el capullo a punto de reventar y verte así me pone a mil.
Empiezo a besarte de pies a cabeza pero quiero lo que es sólo mío, lo que sólo yo disfruto, y como deseo tomarlo de inmediato, te volteo. Centro la luz de la lámpara en tu culo, advierto un leve temblor, sabes que no te haré daño pero aún así siempre te asustan los preliminares. Separo tus nalgas y me extasío contemplando tu ojete que palpita, dejo caer un hilo de saliva en él para lubricarlo y luego aplico mi lengua con movimientos circulares, eso te vuelve loco y te hace olvidar lo que viene.

Paso mi lengua de tu ojete a tus huevos alternativamente, chupo, succiono, lo disfruto, mmm...! que rico está. Empiezo a masajearlo con un dedo y a introducirlo lentamente, relájate, así, no te haré daño.
Aflojas y mi dedo se introduce entero, entra y sale con suavidad así que intento con otro, ya son dos los que ocupan tu culo, mientras los introduzco recorro tu columna vertebral con mi lengua hasta llegar a tu boca, me gusta besarte mientras te follo con mis dedos.

Voy por un dildo y le aplico bastante lubricante, vuelves a poner carita de susto, así que te beso nuevamente y te doy a probar mis dedos mientras muy despacio voy introduciendo el dildo, me gusta sentir el sabor de tu culo en tu lengua y siento algo salado, una pequeña lágrima ha resbalado hasta tu boca. ¿Te hice daño amor? No, es la sensación inicial. Sigo besándote y mordisqueando tu oreja mientras el dildo ocupa tu culo, nuevamente te excitas y mi coño ya está empapado, así que te volteo nuevamente y te suelto la mano derecha.

Me monto sobre ti a horcajadas y me meto tu polla de golpe, la siento fría y eso me excita más si cabe, me emputeces, me pones más salida, empiezo a cabalgarte y te ordeno que me metas un dedo en el culo, entra sin dificultad y al sentirlo no aguanto más, me corro sobre ti como una perra en celo, y siento como tu leche me inunda.
Metes tu dedo en mi boca, me besas y susurras muy quedo: Así, así, mi putita, por eso TE ADORO...


Pero anoche fue distinto, no quedé rendida y exhausta como las otras veces, quería más, necesitaba chupar tu polla, sentir tu lengua hurgando en mi coño, tus dientes mordiendo mis pezones, tus manos apretándome toda, tu frío fundiéndose en mi calor, mi deseo por ti era tal que no pude contenerme y abrí los ojos para implorarte que me follaras nuevamente...

Y entonces te vi, por una fracción de segundo, pero te vi, huías presuroso por mi ventana, no eras un sueño, no eres un mito, ERES REAL. Todas estas noches estuviste aquí, en mi cama, me poseíste y gozaste mi cuerpo como el que más; y ahora que te he visto, que te conozco, que he sentido tu polla helada dentro de mí... ¿Volverás?

23.1.14

El Proyecto

Tus alumnos y compañeros de trabajo están convencidos que trabajas juiciosamente en un nuevo proyecto educativo que revolucionará la forma de dictar clases hasta ahora; es lógico que piensen eso, pues excepto los fines de semana, te ven asistir a la biblioteca diariamente y muy puntual de dos a cinco de la tarde.

Siempre te sientas en la mesa más alejada que encuentras, la que está cerca del rincón del fondo; como ya corre el rumor de la materia de tu estudio nadie se atreve a sentarse cerca para no importunarte; tienes el portátil a tu disposición sobre la mesa, la conexión Wi-Fi lista y en los estantes los libros que el bibliotecario considera que puedes necesitar; todo está en orden y como lo deseas.

Encuentras su mensaje titilando en la pantalla y sonríes al ver ese "TE ESPERO..."

Ella cierra sus ojos e imagina tus labios carnosos devorándola de pies a cabeza, hundiendo tu lengua en su boca, comiéndole el cuello, mordisqueando sus pezones, jugueteando con su ombligo mientras empiezas a meterle los dedos. Su entrepierna está caliente y la siente húmeda, se muere de ganas porque metas tu rostro ahí y te dejes empapar por sus fluídos.
Sigue fantaseando con tu polla, piensa que la tienes tan dura como la desea y a punto de reventar, que te tiene tan excitado que sin darle tiempo a nada le des la vuelta y se la metas por detrás, y, que a un ruego suyo, hasta algún dedo también le metas en el culo, para que ella se corra más y mejor.
Sus dedos se hunden frenéticamente en su coño el cual está empapado, pero tan hinchado y abierto que hasta le duele.

Sus ojos están vueltos en blanco y los párpados le pesan mientras un gemido escapa de sus labios, las piernas le tiemblan, se apoya en el estante de la biblioteca y un libro cae justo en el preciso momento en que siente un lengüetazo en su espalda, se gira con la respiración entrecortada y se pierde en tus negros ojos...

16.1.14

Lapsos Eternos...


¿Cuanto tiempo hace que te até y amordacé?
¿Segundos?, ¿minutos?, ¿horas?, ¿días?...
Bajo alterado por la incertidumbre las escaleras del sótano. Tiro de la perilla y una luz mortecina alumbra el espacio apenas definido entre sombras.
¿Perrita? ¿perrita? pronuncio mientras me dirijo a la pared contraria tropezando con inservibles cacharros y muebles abandonados.
Y entonces oigo un gimoteo, una lastimosa invocación cariñosa y servil. Y apareces ante mí, desnuda, atada, amordazada y sentada sobre el duro cemento. Mueves tu cabecita y tus ojos desvelados por la luz me suplican que te lleve conmigo a la protectora umbría de mis pies, a la luz, al regazo de tu Amo.

Poso mi mano en tu vulva. La acaricio con impertinencia y compruebo que está húmeda e hinchada. Obtengo la certeza de que aun no llevas el tiempo suficiente, que tu coñito de perra no se ha secado por el paso del tiempo, que la desolación del abandono no hiere todavía tu cuerpo atado. Y decido alargar tu castigo, secar tu pubis, macerar tu deseo hasta llevarte al punto exacto en el que te rescataré de tu cautiverio, te tenderé en la cama y te follaré.
Compruebo las ataduras, ajusto la mordaza y haciendo caso omiso de tus ruegos apenas audibles te dejo allí a oscuras y en silencio.

Al cabo de unos minutos, sentado cómodamente en mi sillón recreo tu imagen de perra y no puedo evitar hacerme una larga y placentera paja.
Eso hará que tarde más en soltarte...

14.1.14

Pasado... Pisado

"Te busco perdida entre sueños,
el ruido de la gente te envuelven en un velo
"



A veces ese ruido me pierde, te aparta de mí, hace que te sienta lejano, casi inexistente...

Pero te busco, y hay días en que te encuentro, en que vuelves a mí como si nunca te hubieras ido, como si no hubiera nadie más, sólo tú y yo, nuestras voces, el mutuo deseo, la avidez que nos consume, el cerrar los ojos y desear que ese momento fuera eterno... Aunque soy consciente que es fugaz como la llama de un fósforo y tan leve como un globo de helio.

"Fugaz" y "leve", cuan generosa he sido con los adjetivos para describir nuestros momentos vividos.
Pero ambos conocemos la naturaleza del otro, por eso nunca habrá recriminaciones, ni promesas que cumplir, ni recuerdos para guardar. Ascenderemos como ese globo del que hablo, ascenderemos hasta perdernos en la inmensidad, sin más.


Sé que hoy por hoy podrías regalarme la verdad, pero eres como una vela de agua...

¡¡¡ TODO MENTIRA !!!

8.1.14

¡¡¡Año Nuevo!!!

Una ciber amiga me dio una idea genial para empezar el año, la misma que puse en práctica y funcionó!!!! Así que si la cosa sigue de la misma manera y mis cabañuelas se cumplen, este año me la pasaré follando y súper contenta, porque la verdad sea dicha, desde que pueda follar lo demás me tiene sin cuidado.

Me importa un pito la crisis económica, la buena o mala salud, si los amigos son buenos o de esos que ni fú ni fá, incluso por estos días ni siquiera me importa verme gordita, con poder sentir orgasmos follando me doy por bien servida. Creo que es lo mejor que le puede pasar a cualquiera, y a mí por fortuna ahora me sucede.

Que no todos son con estrellitas cayéndome sobre los ojos; sí, pero son orgasmos al fin y al cabo.
Que no todos son múltiples; también, pero a veces con uno basta y sobra.
Que no todos son sintiéndome plenamente entregada al hombre que me los provoca; lo reconozco y es una vaina, pero por suerte él no lo sabe.
Que a veces quisiera que fuera otro el que me tocara y me comiera el coño con esos labios carnosos y deliciosos que tiene; (me vuelvo agua de sólo pensarlo mmmmmmmmmmmm) pero eso tampoco puede ser, y con cerrar mis ojos e imaginarlo entre mis piernas es suficiente por ahora.

Hoy cuando leía sus palabras me parecía mentira que me tenga así, caminando en las pestañas...

Sí, este año empezó bien para mí, muy bien, y espero que siga así.