26.6.13

Federico (I)

Ese era su nombre. Lo conocí en un Chat y como un depredador me atrapó. Por esa época no tenía idea que era BDSM, y menos aún, que alguien pudiera disfrutar sexualmente con su práctica.

Empezó a atraerme hacia sí poco a poco. Lo que inicialmente me cautivó fue su voz, una voz profunda y gutural que parecía venida de un abismo, (el mismo en el cual me sumergí) después fue su charla inteligente y divertida, hablábamos de cualquier tema, desde las memorias de Adriano hasta la pequeña Lulú, ¿o eran las edades de Lulú?
Me contaba de cómo eran sus mañanas invernales y yo en contra posición le conversaba de las mías soleadas y con un cielo tan límpido que no permite fantasear con nubes. Y entre charla y charla cualquier día me preguntó si tenía el coño depilado, así como quien pregunta que hora es, y yo le fui respondiendo con la misma naturalidad que sí, que aunque tenía poco vello corporal y nadie me había instruido en ello, me lo depilaba desde los 16 años, entonces siguió el mismo hilo y fue indagando sobre cómo me gustaba que me follaran, si practicaba sexo oral, si mi marido (ahora ex marido) me comía el culo, si usaba juguetes sexuales, etc., y yo como autómata le contestaba que me excitaba una polla gruesa penetrándome violentamente, que hasta me corría cuando la chupaba, que sólo me habían follado por detrás cuatro veces en toda mi vida (la primera prácticamente violada) y que nunca había usado ningún juguete.

Y entonces dijo lo que me acabó de hundir: “¿Quieres ser Mía?” y yo sin pensarlo siquiera le respondí: “Sí quiero”. A partir de ese momento empezaron las llamadas, a mi coste por supuesto, porque el maldito lo único que pagó de su propio peculio fue un par de horchatas y dos granizados de limón; la compra de juguetes sexuales que ni siquiera sabía qué eran, como usarlos ni como pedirlos en los sexshop; la instalación de webcam en mi ordenador y mis primeras agujetas en el gimnasio porque al señor le parecí algo pasada de kilos.


Debía vestir siempre con falda a excepción de los domingos que estaba autorizada para vestirme como quisiera, sin tanga todos los días y con los labios vaginales y pezones pintados con labial carmesí, una vez a la semana debía llevar puestas bolas chinas durante doce horas y día de por medio debía llamarlo al móvil desde mi oficina, generalmente me ordenaba que me situara en un lugar concurrido o que tuviera afluencia de gente, así que me iba para donde mis secretarias, o al baño, o la cafetería, tan pronto me contestaba lo saludaba con respeto y siempre tratándolo de usted, debía describirle con detalle como iba vestida y las sensaciones que había experimentado hasta ese momento, luego con esa voz… Su voz que me derretía y me hacía mojar tan pronto le oía, lograba que mi libido fuera in crescendo hasta lograr que gimiera de placer pidiéndole otro, y otro, y otro, "por favor, no quiero parar Amo".



Sí, sí, ya sé que es tu turno de usar el ordenador pero no me fastidies más, será otro día que acabo esta historia...

10 comentarios:

  1. Ok, no te fastidio con el ordenador, pero termínalo, por favor.
    Un beso grande

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    1. Rick tú siempre tan considerado...
      Vale, lo terminaré lo más pronto posible.

      Besos

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  2. Este mundo tan mecánico!!! Un abrazo.

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    1. Darío al parecer hoy estoy espesa porque no entiendo tu comentario.

      Besos

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  3. Alaaaaaa!!!! y yo trabajando...que no se puede leer según que...a según que horasssssss!!!! por favorrrr!!! yo como Rick...termínalooo!!!
    un besito!!!!

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    1. jajajajajaja Mam es que quieres estar en todo!!!!

      Claro que sí preciosa, lo terminaré lo más pronto que pueda, pero de momento voy a dejarlo en stand by para dejar asimilar a la audiencia el concepto.

      Petonets maca

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  4. ¡Ojiplático me deja el relato! ¿Que leñe es eso de BDSM?, algo que tendrá que ver con sadomasoquista supongo.

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    1. Carlos no es para tanto!!!

      El BDSM es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema no-convencional.

      El término se emplea a menudo, de forma equivocada, como sinónimo de sadomasoquismo. (así como tú crees) En realidad, es una sigla que da nombre a lo que hoy en día es considerado como una subcultura específica entre sus practicantes. El BDSM se halla estrechamente asociado con la subcultura leather. El acrónimo está formado por las iniciales de algunas de dichas prácticas:

      B: Bondage
      D: Disciplina y Dominación
      S: Sumisión y Sadismo
      M: Masoquismo

      Si quieres informarte al respecto, en la red encuentras lo que busques.

      Besos

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  5. Yo lo que realmente disfruto es la sumisión, porque no me va para nada ni el sadismo, ni masoquismo, ni bondage. Y ahora que lo pienso también soy muy indisciplinada jejeje

    Y ante todo, esta práctica sexual y las relaciones BDSM en general, deben seguir un modo seguro, sensato y consensuado respecto a sus prácticas:

    Seguras: En cuanto al conocimiento necesario sobre su desarrollo y sobre el material usado, así como sobre la prevención de riesgos.
    Sensatas: En cuanto a la capacidad razonable de decisión por parte de los actores, no alterada por drogas o bebidas y acorde con la experiencia de cada participante, sabiendo diferenciar fantasía y realidad.
    Consensuadas: En cuanto a que los participantes estén de acuerdo sobre la forma e intensidad con la que se realicen, e igualmente que dicho acuerdo pueda rescindirse en cualquier momento.

    Besos

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    1. Muchas gracias por la aclaración, ahora ya comprendo mejor el relato, por lo demás ahí creo que se acaba mi interés por el asunto..-

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